domingo, 28 de junio de 2009

¿EUGENESIA O CURACION?

El diagnóstico prenatal, -como gran parte de los avances tecnológicos posibilitados por el desarrollo de las ciencias contemporáneas, primero la física y la química y hoy la biología- en sí mismo es bueno: es una nueva posibilidad de conocimiento, en este caso del estado de salud del no nacido. Pero, a la vez, abre la puerta a la opción de usar ese conocimiento para curar, -¡cosa estupenda!-, o para eliminar vidas humanas con un criterio eugenésico, -¡cosa terrible!-.

Por desgracia, debemos constatar que hoy es cada vez más frecuente que el diagnóstico prenatal se convierta en la puerta para la selección eugenésica de los no nacidos; es más, debemos constatar que con frecuencia se hace solo para eso: para saber si el no nacido es portador de alguna enfermedad o tara grave para, en ese caso, proceder al aborto. No siempre es así; en ocasiones el diagnóstico prenatal es la puerta para una actuación terapéutica tendente a curar al no nacido de alguna patología y, en otras, es una mera fuente de información para los padres que saben así a qué atenerse cuando nazca el niño. Sin embargo, cada vez más se acude al diagnóstico prenatal con una clara y expresa voluntad eugenésica que implica la voluntad de eliminar a los niños portadores de enfermedades o taras graves o percibidas como tales.

La finalidad eugenésica hace ilegítimo desde un punto de vista humanista y comprometido con la vida al diagnóstico prenatal en que esté presente esta intención. ¿Tienen menos derecho a la vida los no nacidos portadores de enfermedades o minusvalías que los sanos? No me parece razonable contestar que sí a esta pregunta.

Si el diagnóstico prenatal se usa para posibilitar actuaciones terapéuticas tendentes a curar al no nacido o para aportar a los padres una información cierta sobre a qué se enfrentarán cuando nazca su hijo, nada hay que objetar al mismo. Si se hace para abrir la posibilidad del aborto eugenésico –hipócritamente llamado “terapéutico”, pues no cura, sino que mata- es terriblemente inhumano, como todo uso del poder tecnológico para romper los equilibrios ecológicos y abusar de la naturaleza. 

Benigno Blanco

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